Hace poco más de un año que nos conocimos y nunca pensamos que en ese momento estaríamos conociendo a la persona de la cual nos enamoraríamos, por la cual cruzaríamos el continente y que nos casaríamos. Ninguno de nosotros lo esperaba, pero supongo que así es como funciona. Todavía recordamos lo nerviosos que estábamos, preguntándonos si el otro sentía lo mismo o si seríamos rechazados. Por suerte, lo descubrimos. Greg fue a Madrid con algunos amigos para su fin de semana al PRIDE del Orgullo y Eugene había estado trabajando toda la semana en esa ciudad y decidió quedarse con sus amigos para la celebración del PRIDE antes de regresar a su hogar en Barcelona. Los dos habíamos estado en el mismo evento el viernes por la noche, pero nunca nos vimos. No fue hasta el sábado que nos conocimos y no nos separamos el resto del fin de semana. Incluso nos saltamos el resto de los eventos para pasar el rato solos. Cuando Eugene tuvo que tomar el último tren el domingo por la noche, estábamos tan tristes tratando de decir adiós que no nos dimos cuenta del tiempo y Eugene perdió su tren por minutos, obligándolo a llamar a su jefe e informarle de las malas noticias.  

Afortunadamente estuvo bien y Eugene volvió a trabajar en Madrid el lunes y Greg se reunió con él para almorzar (con sus compañeros de trabajo). Pudimos retrasar lo inevitable, pero no fue suficiente. El lunes por la noche decir adiós en la estación de tren fue como salir de una película. Greg salió de allí pensando que nunca volvería a ver a este chico y probablemente que todo había sido un juego. Pero desde ese día nunca nos despegamos de nuestros celulares en video llamadas y mensajes de textos.

     

      Al final de ese viaje, supimos que teníamos un gran problema; nuestros sentimientos mutuos eran imposibles de rechazar, sin embargo, vivíamos en diferentes continentes y ambos estábamos muy bien establecidos en nuestras carreras. Greg estaba entusiasmado con la posibilidad de mudarse a Europa; sin embargo, sin la capacidad de hablar un segundo idioma hubiera sido difícil encontrar trabajo en su campo y posición. Eugene también estaba dispuesto y emocionado de mudarse, pero lo desconocido es algo difícil de hacer. Decidimos que si queríamos estar juntos, que necesitábamos vernos al menos una vez al mes y que ambos vivirían en la misma ciudad para fin de año, de lo contrario las luchas de larga distancia los habrían sobrepasado y todo para nada...

   

     Casualmente, Greg ya había reservado un viaje a Barcelona al mes siguiente, que terminó convirtiéndose en nuestra primera luna de miel, unas vacaciones europeas de 10 días en Barcelona, Venecia, Florencia y Roma. Meh, estuvo bien. Fue realmente sorprendente. Nos llevamos perfectamente. ¡Greg solo puso los ojos en blanco ante Eugene una vez en 10 días!

     

    En septiembre, Eugene vino a Miami por primera vez. Estaba tan emocionado, pero tenía una prueba muy difícil por delante ... tenía que ganarse la aprobación de alguien muy importante, y si no lo hacía, sabía que era historia. Afortunadamente, Dax (Perrito de Greg) inmediatamente amó su energía y lo dejó entrar a la casa. Con eso fuera del camino, Eugene con toda esa emoción disfrutó de Disney World. La sonrisa en su rostro durante todo el fin de semana se parecía a la de un niño de 4 años.

     

      Eugene regresó a Miami en octubre para experimentar Halloween en Estados Unidos. No pudimos ir a la fiesta porque Greg se enfermó, pero siempre aprovechamos al máximo nuestro poco tiempo. No fue fácil viajar a cada momento para vernos, sobre todo con nuestros empleos y con todas las responsabilidades que teníamos, pero trabajamos muy duro para estar juntos y la verdad valió la pena.